“¿Qué hay detrás de un sobrenombre?
Qué o quién lo define?”
Análisis de El Agente Secreto, cuento ganador del Concurso de Relatos organizado por "Casa Salvador Allende" 2013
Consuelo Rivera-Fuentes
Así comienza
el relato del cuento ganador de este concurso. Aunque tiene solamente dos
páginas, es un relato completo con un conjunto de situaciones, personajes y
memoria colectiva que fluyen satisfactoriamente.
La vida real
es un fenómeno continuo, sin principio ni fin. En cambio, fabricar un cuento
supone cortar una parte de ese fluir y otorgarle sentido. Ese sentido, en el
caso de Agente Secreto se ha logrado con una trama directa y un hilo conductor que
se comporta como el flash de una fotografía; no hay nada que distraiga la
atención del lector hacia otros caminos. Como dice Cortázar, “irse por las
ramas es un privilegio que solo puede permitirse en la novela”. La narradora de
Agente Secreto se mantiene fiel a este principio y no se va por las ramas,
porque este es un cuento y no una novela. Todo lo que pareciera ser divagación,
es en el fondo un hilo más que teje el conjunto completo como una tela de
araña; todo está conectado; nada es superfluo. Agente Secreto no se dispersa;
tiene suspenso y un desenlace inesperado en pocas páginas, es directa, plantea
el núcleo, va al conflicto y al desenlace, que además sorprende o emociona.
La idea que
se repite o ‘leitmotiv’ en este cuento es al acto de nombrarse a una misma. La
narradora, nunca da el nombre que le fue asignado al nacer. En un acto de auto-nombramiento
decide esconder trás el apodo de K-29 a una niña temerosa, que “pretendía de
algun modo llegar a ser fuerte y valiente”.
El
descubrimiento de nuestro “yo” y la exploración de nuestras múltiples
identidades es una tarea importantísima cuando estamos en la etapa de pasar de
la infancia a la adolescencia. Parte de ese descubrimiento del “yo” incluye el
acto de darse un nombre diferente al que nos dieron al nacer. Y a medida que
avanzamos en nuestro desarrollo, los nombres que nos asignamos adquieren
significados y connotaciones que nos describen y definen a nuestro modo, y no
al modo de nuestros padres. De la misma manera, la narradora de Agente Secreto
se rebela contra su nombre original y se asigna uno que se acerca más a la
persona que ella cree que es. Así, nos cuenta con lujo de detalles cómo surge
su apodo más querido y nos introduce al mundo mágico de revistas y cuentos infantiles como “El Peneca” donde Sandokan y Los tigres
de la Malasia, Quintín el aventurero y por supuesto, Corazón Valiente, se daban
por entrega, por capítulos. En este solo acto de nombrar estos cuentos, la
narradora lleva al lector o lectora de
vuelta a una infancia y adolescencia en que la lectura era lo que nutría
nuestra imaginación y creatividad. La descripción de sentimientos de ansiedad y
estado de inquietud que su cuerpo experimentaba cuando llegaba el día de la
salida semanal de esta revista, está muy bien lograda y nos identificamos plenamente con esa espera; nos
metemos en su cuerpo y en su imaginación.
La finalidad
de muchos de estos cuentos y aventuras, nos dice, era hacer justicia. En su caso y en su
imaginación, la narradora infante y adolescente se sumerge en la intriga y
misterio de otros personajes - no tan infantiles - al estilo de James Bond, el
FBI, etc. La sola transgresión de autonombrarse K-29 - un arma poderosa – nos
da indicios de lo que será más adelante; una luchadora que busca justicia. Dice: “A K-29 le correspondía, como a
Don Quijote ‘desfacer entuertos’. Luchar
de manera implacable contra los fascinerosos responsables del mal en el mundo y
enfrentarse sin temores a los poderosos molinos de viento”.
Cuenta sus
aventuras en las que era acompañada de su hermano, que también en búsqueda de
un “yo” diferente; se autodenomina “Zorro”. Con él, compite para superar el
miedo, imponerse al terror, a la sangre y al dolor físico. K-29 nombre ficticio
- pero muy real en su búsqueda de identidad
- le sirvieron para que muchos años más tarde pudiera superar y
sobrevivir el horror de la tortura física y sicológica - muy real esta vez. Esta
tortura la experimentó en el Cerro Chena, uno de los tantos centros de
detención destinados a deshacer, fragmentar, y hacer desaparecer la existencia
y personalidad de los opositores al regimen dictatorial chileno. Mientras era
torturada, K-29 le daba fuerzas, le susurraba subversiones al oído para hacerla
sentir entera y poderosa, aunque fuese solamente en su imaginación febril.
K-29
representa, para mí, la salida, el vuelo de su imaginación de una situación
real de terror, dolor y surrealismo puro. Y tal vez por eso, el autor o autora,
la revive y deja plasmada en este cuento. ¿Es por eso, tal vez, que el
seudónimo usado es SIEMPRE VIVA? Le dejo la respuesta a los lectores.
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