La Súper Chica que peinaba la muñeca
Consuelo Rivera Fuentes
“Ten-go una mu-ñe-ca vesti-da de a-zul, con zapa-tos de oro y ve-lo de tul”, cantó. “Y a veces la peino también”, se rió Isabel, mostrando los dientes desparejos y unas encías muy rojas. Estaba parada en medio de un centro comercial conocido como el “Mol” de Talcahuano. Había ido a “molear” pero la enloquecía el ruido de los ventiladores, la gente conversando y riendo, las luces artificiales, la música estridente que una mano invisible tocaba por unos altavoces, también invisibles, y el llanto de los niños que pedían a gritos que les compraran juguetes y helados y golosinas, como si no supieran que “ir a molear “ significaba precisamente no comprar; solamente se podía mirar y pretender que se tenía dinero para pagar los precios exorbitantes que cobraban las tiendas.
¡Molear significa peinar la muñeca!, quería gritarles, pero siguió cantando mientras metía un dedo en el helado de pistacho que comía una señora de mejillas rojas y pestañas negrísimas, con bototos militares y que vestía un traje de novia con manchas de vino tinto.
“La lle-vé a paseo y se me resfri-ó hoy la ten-go en cama con un gran do-lor”. La mujer vestida de novia la miró con desprecio y le lanzó el resto del helado a la cara. “Mejor me voy de aquí”, pensó Isabel, y empezó a correr; de pronto sus pies descalzos se despegaron del suelo, salió flotando por el techo de cristal que traspasó como si de aire puro se tratara y voló hasta las nubes desde donde veía la bahía de Talcahuano y el humo gris de las torres de la Empresa Nacional de Petróleo (ENAP). El aire olía a azufre y a pescado seco.
“Alicia va en el co-che caro-lín, a ver a su papá caro-lín ca-cao re-o-lado”. Ya no volaba; estaba en el patio de la escuela número 74 donde había estudiado la primaria. Los niños vestidos con un mameluco café y las niñas con un delantal blanco jugaban al pillarse, a saltar la pileta de agua y a la pelota. La señorita Silvia Zurita los vigilaba con su mirada de águila para que no pelearan o tuvieran un accidente. “Talán talán”, se acabo el recreo. Los niños entraron en tropel a las salas; Isabel subió corriendo hasta su sala y se sentó en la primera fila. En la pizarra, la profesora había escrito ‘todas íbamos a ser reinas’. Autora: ¿María Luisa Bombal o Gabriela Mistral?
Le dieron ganas de vomitar y se fue volando de nuevo, como la Súper Chica, prima del Súper Hombre. Cruzó la bahía y casi choca con un pelícano que salió de la nada. “Chuta qué onda”, pensó. Mejor, me voy a acostar. Buscó su casa con su visión de rayos X y no la encontró por ninguna parte. Pero si estaba ahí, al lado de la panadería. Tiene rejas y un antejardín bien bonito donde mi mami plantó la camelia. Mamá, ¿dónde estás?
Desperté llorando.
Glosario
*“Peinar la muñeca” = (Chile) estar un poco loco/a
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